Nada dice vas a vivir un pésimo día como tener que ir a una dependencia gubernamental, es una patada en la entrepierna de cualquiera.
Hoy de milagro me desperté a las 9 a.m, me bañe, me semi arregle y me dirigí a movistar para que arreglaran mi celular, todo se desenvolvía como un día promedio.
De regreso en mi coche me dí cuenta que las cosas estaban raras, yo no lo había dejado así. Me puse a urgar en los compartimentos del carro a ver que faltaba, no estaban los Cd's de mi madre, ni la tarjeta de circulación y los papeles del seguro.
Hablé a emergencias, me dijeron que me fuera a mi casa, le diera la dirección y que cuando pudieran mandaban a un patrullero, y aquí es cuando empieza mi viaje al inframundo de la burocracia mexicana.
El alegre patrullero llegó a mi casa como media hora después que yo, la verdad ahí sí mis respetos, pensé me iban a dejar viendo para la loma, pero ahí estaba yo con un patrullero que resolvería o por lo menos mostraría el mínimo interés en mi problema.
Aquí esta una descripción de su proceso de investigación:
- Paso 1: Ver el carro fijamente por 3 minutos, asumo yo que estaba esperando una declaración del afectado, lo que él no sabía era que mí carro fue entrenado por la CIA y que nunca dirá lo que sabe.
- Paso 2: Comprobar lo sucedido "¿Dice que le robaron la tarjeta de circulación?"
- Paso 3: Dar recomendaciones "Pues vaya a la ministerial y a tránsito a poner una denuncia y luego a tesorería de tránsito a comprar otra tarjeta"
- Paso 4: Pedir bebida hidratante para recuperar fuerzas. "Seño no tendrá un vasito di agua que me regale" (Seño su abuela cerdo inculto ¬¬)
Cuando se fue el valiente, inteligente e increíble detective de la fuerza policial, mi madre y yo nos fuimos a la tesorería a comprar la mentada tarjeta. Por supuesto como en todo país tercermundista respetable, uno tiene que hacer una fila distinta para cada trámite que desea hacer. La primera fila fue para saber a dónde jodidos tenía que ir, la segunda (dónde por supuesto sólo había una caja abierta) fue para dar de alta la tarjeta y la tercera fue la cereza del pastel así que merece su propio párrafo.
La dueña y señora de la tercera fila que tuve que hacer era una rotunda mujer de unos 26 años que llamaré cariñosamente Peggy, gracias a su conjunto rosa chinga pupila y a su cara de cerdita parturienta. La verdad la tercera fila no se veía tan mal cuando llegamos, sólo había dos sujetos adelante de nosotras y se veía que sus trámites iba a ser rápidos. Para mi desgraciada sorpresa el sujeto que Peggy estaba atendiendo cuando llegamos estaba ligando con ella, y como asumo que esto no es normal para mi querida Peggy, alargo lo más que pudo el encuentro, así que estuvo conversando con el sujeto 10 minutos sobre naderías, ya con el teléfono en mano del sujeto en cuestión Peggy lo dejó libre, pero estoy segura de que por lo menos van a salir una vez. El segundo sujeto se veía igual de irritado que yo por el encuentro así que asumí que sería rápido, pero no ¿qué creen? era el primo/amante de Peggy! así que se pusieron a conversar otros buenos 15 minutos sobre pendejaditas y conocidos en común, el sujeto hizo un pago como de $70 y se largó, espero que le haya dado una embolia o algo. Lo mejor de todo es que mientras hablaba con el segundo sujeto tanto mi madre como yo, le dijimos que no abusara y que hiciera su trabajo más rápido, este fue otro error por que déjenme decirles que Peggy es una cerdita vengativa así que cuando fue nuestro turno se quedo ahí en silencio 5 minutos sin atendernos o mostrar la menor intención de hacerlo, hasta que le fue inevitable por que llegó su supervisor, el rey del corral.
Salieno de ahí nos fuimos al Departamento de Vialidad y Tránsito de la Ciudad de Monterrey, la verdad ahí la gente se portó sorpendentemente amable y servicial, pero el lugar es horrible, esta pintado con el clásico beige institucional que pretende no se si calmarte o traerte deseos suicidas, el lugar apesta a mosaico mal trapeado y aunque los empleados fueron amables, lo siento pero no están bien informados, dos nos dijeron que no era necesario que pusiéramos denuncia en la ministerial y otros dos nos dijeron que sí. No queriendo dejar cabos sueltos ahí vamos mi madre y yo a la ministerial solas, cansadas y con sed.
Obviamente no tenía que ir a la ministerial así que de ahí no pasé del módulo de información, pero igual no fue un experiencia que quiera recordar. De ahí volvimos a casa ya casi sin saber por que demonios habíamos salido en un principio.
Sólo quiero agradecerle a la burocracia y a los departamentos gubernamentales por su ardua labor y esfuerzo en hacer la vida de todos nosotros un infierno.